Ziginchor es la ciudad más africana
Ciudad de arquitectura colonial
Ziginchor es la ciudad más grande de la región de Casamance con unos 158.000 habitantes. La arquitectura de la ciudad se distingue por amplias avenidas y casas coloniales que se extienden a lo largo del río. Esta no es Dakar, sino la ciudad más africana de Senegal.
Este es el punto de acceso para visitar la región de Casamance, ya que tiene un aeropuerto con vuelos diarios a Dakar. Hay varios hoteles y restaurantes en Ziginchor que sirven a un gran número de turistas.
Qué visitar en Ziginchor, un poco de historia
Fue fundada por los portugueses en 1645 y siempre ha sido un centro comercial muy próspero. Hoy, su puerto, a solo 70 km del mar, es un centro de comercio no solo de pescado, sino también de arroz, frutas, verduras, algodón y mantequilla de maní. Esta última es la industria más importante de Casamance, ya que genera el 50% de sus actividades.
El puerto fue reconstruido en 2005, su estación de atraque se amplió 350 metros y se construyó una terminal de pasajeros para proporcionar conexiones marítimas con Dakar. Un turista debe hacer una parada obligada para conocer el centro de la ciudad, lleno de casas coloniales, así como la ubicación de la mayoría de los hoteles y restaurantes. Otro objeto interesante es el mercado, pero hay que tener cuidado, ya que los jóvenes suelen perseguir a los turistas y llevarlos de un punto a otro para comprar varias cosas y así conseguir monedas adicionales.
En Ziginchor, también puedes encontrar un pequeño santuario de cocodrilos del Nilo regentado por los franceses y muy bien cuidado, rodeado de muchas especies de flora tropical.
Lucha senegalesa
El combate tradicional, también llamado Mbapatt, es muy popular en toda la región de Casamance. Si quieres ver en directo este combate tradicional, este es tu destino. La lucha libre es un deporte y un deporte espiritual, con luchadores desfilando frente al público con gritos además de realizar diversos rituales con tambores y canciones. Todo esto se hace para intimidar al enemigo, y el público suele esperar más el ritual preliminar que la lucha en sí.


